MUNDO CELESTE
Foto: Aspas celebrando
un gol con el Liverpool.
Por
Diego Bermúdez
Desde que el pasado
martes saltara con fuerza la noticia de que Iago Aspas
regresaría a la Liga BBVA, un cruce de sensaciones ronda mi
cabeza. Esta vez no le veremos correteando por el césped de Balaídos
con la celeste ni quebrando caderas en un solo movimiento. Hoy, ese
pequeño joven que ayudó con su doblete al Alavés a evitar una
mayor agonía en los últimos dos partidos de liga en segunda
división, así como a esquivar el descenso de categoría y la más
que probable desaparición del club, regresa a la liga española de
la mano del Sevilla.
Iago Aspas se marchó
dejando una buena cantidad de dinero en las arcas del club (9
millones de euros) y colaborando con sus 12 goles (mención
aparte de lo ocurrido en el derby) para que el equipo lograse la
sufrida permanencia. Era el momento de dar el salto a un grande de
Europa, el Liverpool, y así lo entendimos todos los
aficionados celestes. Sin embargo, la experiencia no pudo ser más
ingrata a las orillas de Anfield Road. Después de una gran
pretemporada donde maravilló, el comienzo de la liga unido a la
temible pareja atacante Luis Suárez-Daniel Sturridge le restó
total protagonismo al moañés y le relegó a unos pocos minutos
saliendo desde el banquillo. Esta situación, provocaría que ya en
el mercado invernal se vinculara su salida a otros equipos (entre
ellos, el Sevilla), si bien sus altas pretensiones económicas
(cobraba en la ciudad de Merseyside 1,5 millones) dificultaban
cualquier operación. Con la llegada del verano, y ante la difícil
situación deportiva en el Liverpool, la salida de Aspas era cuestión
de tiempo. Así, los vínculos sentimentales con el Celta y las
palabras del director deportivo olívico Miguel Torrecilla dónde
expresaba que Aspas “era una prioridad” no hacían más
que alimentar la vuelta del “hijo pródigo” a la ribera del
Lagares. Además, los rumores se verían incrementados con la visita
del jugador a las oficinas del club en Plaza de España, así como
expresando con sus propias palabras el deseo de regresar al Celta:
“espero volver al Celta, no se si será este año, el siguiente
o dentro de cinco, pero estoy seguro de que algún día volveré”.
El Celta mostró interés
real por el futbolista, llegando a plantear al Liverpool la
condonación de una parte de la cantidad adeudada por el
traspaso realizado (en aquel momento, el club inglés aún debía 5
millones de los 9 totales). Sin embargo, el club vigués no podía
llegar a las cantidades económicas requeridas por el futbolista y la
dirección deportiva se acabó decantando por Joaquín Larrivey
como alternativa, cerrando por completo la parcela ofensiva y
descartando la vuelta del jugador de Moaña. Aquí es dónde debería
entrar en juego el nivel sentimental del futbolista hacia el club, de
regresar a su casa dónde fue y sería idolatrado y dónde sabe que
su adaptación sería inmediata.
El celtismo de Aspas es
indudable, pero no nos puede cegar el sentimentalismo hacia unos
colores. Aspas como cualquier otro profesional del deporte
balompédico busca unos retos deportivos (y económicos) que el
Sevilla, a diferencia del Celta en la actualidad, le puede ofrecer,
como así lo expresa en las palabras recogidas hoy por el Faro de
Vigo: “busco los minutos que me faltaron en Liverpool y como
colectivo entiendo que el Sevilla es un equipo que tiene que estar en
la Liga de Campeones y es una buena oportunidad desde el punto de
vista deportivo”.
En la ciudad hispalense
se reencontrará con otro joven conocido de la afición, Denís
Suárez. Queda por ver si es el Sevilla el lugar idóneo para
disfrutar de los minutos carecidos en Liverpool y qué papel
desempeñará en un plantel con, a priori, delanteros que le superan
en orden de preferencias como son Bacca y Gameiro. Sin duda, dolerá
ver a ambos futbolistas gallegos con otra vestimenta que no sea la
celeste, pero a buen seguro que en un futuro los driblings y goles
que esta temporada disfrutarán los aficionados sevillistas a la
orilla del guadalquivir, regresarán pronto al vetusto estadio
vigués.
Profesionalismo o
Sentimentalismo, vosotros ¿por cuál os decantáis?.
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