miércoles, 4 de marzo de 2015

Carlos Mouriño, luces y sombras

Por Diego Bermúdez
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Hoy no es un día cualquiera para una persona muy vinculada al Real Club Celta. Carlos Mouriño Atanes, presidente de la entidad, cumple 72 años de edad. Poco a poco ha logrado ver recompensado el esfuerzo de su duro trabajo. Sin embargo, no todo han sido luces en su vida de celeste sino que sobre su espalda todavía pesan algunas sombras. 
Mouriño es un empresario gallego, presidente de GES (Grupo Energético del Sureste) y, actualmente, desde 2006 dirige al Celta de Vigo tras el traspaso de acciones del nefasto (económicamente hablando) ex-presidente Horacio Gómez. Además de GES, Don Carlos dispone de negocios familiares en México, así como diversas franquicias alimenticias.


Centrándonos a nivel futbolístico, la carrera de Mouriño estuvo marcada por los altibajos. Formaba ya parte del anterior consejo de administración con Horacio a la cabeza antes de ser el actual presidente, por lo que no se acaba de entender como permitió que el club se acabara endeudando hasta los 90 millones de euros. Si conocía las auditorías o no, es algo que nunca sabremos.

En el 2006, Carlos Mouriño accedería a la presidencia del club, convirtiéndose en máximo accionista de la entidad tras la compra de valores a Horacio Gómez. La gestión realizada por el empresario vigués acarreaba dicha deuda. La situación del equipo no ayudaba después de haber logrado la clasificación, tras un año en segunda división, para la Uefa. Sin embargo, en su primer año de mandato el club descendería para pasarse 5 largos años en las catacumbas del fútbol español. Casualmente, sería en esta temporada donde Eduardo Berizzo, actualmente míster céltico, abandonaría el equipo olívico tras no entrar en los planes de Fernando Vázquez

A partir de aquí, se inicia una negra etapa en la historia reciente del Real Club Celta. Carlos Mouriño, prometía un equipo identificado con la ciudad y con Galicia. Sin embargo, nada más lejos de la realidad en su comienzo. Al pésimo entrenador que dirigía por entonces el club, Hristo Stoichkov (él era la cabeza visible pero quién tomaba las decisiones era su segundo Antonio López), se le unía la no renovación del ídolo local Gustavo López, así como los fichajes de una serie de jugadores cedidos con compromiso cero (en su gran mayoría) por devolver a una entidad histórica al lugar que, por "nobre xogo, afouteza e corazón", merecía. De aquellos jugadores, puede destacarse uno en particular, que dejaría en Vigo destellos de su tremenda clase pero también de su temperamento: Diego Costa

Hasta 4 entrenadores distintos pasaron por el club por aquel entonces (de cuyos nombres mejor no acordarse), siendo necesario que fuesen Ráfa Sáez y Moncho Carnero, entrenadores del filial, quienes se encargasen de salvar al club de la quema a segunda B. 

La temporada siguiente, el Celta seguía sumido en una profunda depresión social y económica, y el equipo nuevamente coqueteaba con el descenso de categoría. Además, Carlos Mouriño recibiría la trágica noticia de la muerte de su hijo en México tras desplomarse el jet donde viajaba.

Desde entonces, todo cambió para el Real Club Celta y, por ende, para Mouriño. La entidad entró en concurso de acreedores en el verano de 2008, con unos números importantes de reducción de deuda que ayudaban a la viabilidad del club. A ello, se le sumó el necesario proceso de adelgazamiento que vivió el presidente, necesario para su salud. 

Con un presidente rejuvenecido y con un club con unas arcas maltres, se apostaría definitivamente por la cantera. Y el acierto fue total. Jóvenes jugadores gallegos y canteranos salían de A Madroa y, por fin, el equipo y el presidente conseguían conectar con su afición, que comenzaba a sentirse representada sobre el césped. 

Eusebio Sacristán inciaría la revolución del club, con una hornada de futbolistas (Toni, Mallo, Abalo, Aspas, Lago..) que, posteriormente, con Paco Herrera devolverían al club a donde se merecía: la Primera División. 
Y sería definitivamente en 2011 donde se consagraría la actual comunión equipo-afición. El imborrable recuerdo del play-off en Granada sería el germen del actual Celta. Nuevas peñas y una afición rejuvenecida, que nunca había disfrutado de la Primera División, marcaban el camino de la ilusión en la nueva etapa celeste. 

Tras muchas sombras, Carlos Mouriño había logrado la recuperación económica del club, había impregnado al equipo de sangre autóctona y con ella el equipo regresó a Primera. Todo ello ayudó a que la afición devolviera su confianza hacia un presidente que, desde pequeñito, soñó con dirigir al mejor club de Galicia en la actualidad. 

Ahora, solo queda que se cumplan los últimos sueños de Mouriño antes de dejar el club: Balaídos, Ciudad Deportiva y Sede oficial. Las tres patas de un proyecto que, de cumplirse, coronarán a Don Carlos Mouriño Atanes como el mejor presidente en la historia del Real Club Celta de Vigo. Y la primera, está en pleno proceso....

Gracias por el cambio. ¡Felicidades D. Carlos Mouriño!


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