Por Raúl S. Saura
En un Balaídos pasado por agua colisionaban dos campeonas absolutas: las selecciones germana y española, las abanderadas de un nuevo fútbol. Las dos últimas campeones del mundo y la última de la Eurocopa, las más fuertes del continente. El encuentro era demasiado apetitoso como para que la afición viguense (acostumbrada al buen balompié últimamente) no acudiera en masa como hizo, aun con algún problema con la venta de entradas.
Sin embargo, tanto Vicente Del Bosque como Joachim Löw estuvieron lejos de exponer sus mejores galas para el choque. Ya se tratara por lesión (Iniesta, Silva) o retiro (Lahm, Klose, Xavi Hernández, Xabi Alonso), los onces de inicio fueron poco conocidos para muchos con jóvenes en ambos bandos dispuestos a plantear una alternativa a los seleccionadores. El experimento, como decimos, quedó pasado por agua.
Después de la fácil goleada ante Bielorrusia, España se encontró cómoda y llevando la iniciativa del encuentro durante el primer tiempo ante una Alemania replegada y con cinco atrás. Los Morata, Pedro, Nolito en casa, Raúl García o Callejón demostraron que lo mejor de la Roja de cara al futuro es la delantera, donde el equipo cuenta con diversas posibilidades a tener en cuenta. Brilló especialmente Nolito, también García, peleó como un jabato con gran juego de espaldas Morata. Pero, una vez más, el nombre a destacar por encima del resto fue el de Isco Alarcón que condujo la batuta del equipo y lideró incluso sobre los más veteranos hacia la portería rival. Quizás no brillara tanto como contra los bielorrusos, pero el madridista parece haber aceptado plenamente su nuevo rol tanto con su selección como con su equipo y demuestra constantemente que merece personalizar una nueva etapa de la Roja. Esperemos que el desafío no le atore ni fatigue, anoche sus compañeros, conscientes de su naciente prestigio, se apovecharon de él más de lo debido. Isco, tú puedes que eres joven.
Por lo demás, no hubo mayor noticia en la segunda parte en la que, si bien destacó más la selección rojigualda, la gran parada de la noche se la apuntaría el capitán Iker Casillas con un trabucazo del Iniesta alemán, Mario Götze. Los alemanes supieron jugar sus ocasiones y a la contra conseguían una autopista para correr ante una sufrida defensa (Albiol, Piqué, Bartra) a la que el césped mojado y la lluvia entorpeció cada vez más. Sin embargo, el marcador no varió en los primeros 45 minutos.
Ni pareció por mucho tiempo que lo haría en la segunda mitad. Los españoles comenzaron a perder brío y control ante los campeones del mundo en un duelo sin grandes emociones. Ambos combinados exhibieron una imagen lejos de la de antaño, con varias dudas de cara a la Eurocopa de 2016 en la que se espera bastante de ambas y para la que deben acudir con los deberes y las renovaciones de turno hechos. Entraron jugadores como Casilla (Casillas se retiró ovacionado en su partido 160, que les chinche a algunos), Camacho, Bellarabi y Bender, en busca los entrenadores de resultados con sus probaturas que se resistieron a manifestarse.
Y cuando parecía que el empate era inevitable y visto lo poco visto en Balaídos, lo mejor, llegaron Kroos y la lluvia para sentenciar el partido y el subidón anímico. Pegó fuerte y batió al desacertado Kiko en su agridulce debut en el 89'. Con su zambombazo cerró un 2014 negro para la Roja con siete victorias y cinco derrotas, una humillación ante Holanda y el Mundial de Brasil, y la confirmación de un fin, como ya se comenzara a notar en la Confederaciones de 2013. Sin mucho de lo que presumir, Alemania se llevó el partido y ahora la selecció española tiene por delante un tiempo para acordar qué hacer, cómo reaccionar y cómo volver a ganar. Se abren las puertas de la transición para 2015.
Esperemos que ese gran experimento no quede, como anoche Balaídos, pasado por agua.
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