Este pasado sábado, el Celta - Granada se tenía que recordar como el primer partido del Nolito internacional con el Celta, pero no, otra vez más volvía a Balaídos el veterano guardameta lucense del Granada y ex-cancerbero céltico, Roberto Fernández Alvarellos... a "liarla" un poquito.
Y los noventa y tanto minutos de juego así reflejaron tal cambio de guión; se vio a un Nolito apagado y sin la chispa de partidos precedentes, quizá aún "resacoso" por la llamada de Vicente Del Bosque para la disputa de los dos próximos encuentros de la selección española. Y sí vimos un vez más a un Roberto (canterano celeste) buscando protagonismo en el campo que nunca le vio debutar en Primera División. Será por el rencor acumulado o de viejas rencillas ante los celestes, y es que el meta chantadino, hizo todo lo contrario a recibir un aplauso por su pasado en el filial celeste (como por ejemplo recibirá Rafinha Alcántara en abril por su brillante campaña pasada en el Celta). En su última carta de presentación, regaló al respetable de Balaídos un gesto que encendió más los ánimos de la afición local al comienzo del encuentro y aumentó el odio (más si cabe) hacia su figura. No contento con eso, buscaba la pérdida de tiempo cada vez que tenía el balón en su posesión, para confimar lo que vino a buscar el rácano Granada de Caparrós a Balaídos, la igualada sin goles y si sonase la flauta, rascar un tanto a la mínima aproximación al área de su homólogo Sergio Álvarez (y casi sucede).
Formado en la fábrica de talentos de A Madroa, Roberto Fernández debutó con el filial allá por 1998, estando 4 temporadas "estancado" en el segundo equipo del conjunto olívico, hasta que en 2002 fichó por el Spórting de Gijón (donde consiguió un Trofeo Zamora en la categoría de plata). Tuvo que esperar diez años para lograr debutar en la máxima categoría, al dar el salto a Osasuna en 2008. Y en 2010, llega a Granada, donde en aquella promoción de ascenso de junio de 2011, comenzó su "idilio imposible" con aquel equipo que le dio de comer durante más de un lustro.
Quizá el origen de tanta aversión se remonta al 8 de junio de 2011 (sentimiento mutuo entre ambas aficiones), ida de la promoción de ascenso a la Primera División en Balaídos entre Celta y Granada, en un partido que tomaría el Celta ventaja en la eliminatoria con el solitario gol de Michu en el minuto 78 de juego. Poco antes del final, en un balón dividido del cancerbero del Granada con Iago Aspas, el moañés le da una fortuita patada al lucense, generándole un hematoma en la cara y dejando en dudosa su participación en la decisiva vuelta 3 días después en tierras nazaríes. Que sí disputó, siendo héroe en los penalties (tras igualar el Granada la eliminatoria en los primeros 90 minutos y quedar la prórroga con marcador invariable), ya que transformó uno de los penalties de su equipo que se atrevió a tirar y deteniendo el decisivo al de aquella central celeste David Catalá.
Algunas de sus perlas/comentarios tras el incidente (del que trataba de restarle importancia) fueron: "No considero que sea una acción de agresión", "Que saque cartulina amarilla o roja es lo de menos, tampoco hay que darle mayor importancia", "Me ha dolido un poco todo. Todo el mundo sabe que siempre fui celtista, a pesar de que en los equipos que estoy siempre me implico al máximo, pero no olvido que en el Celta fueron mis comienzos como futbolista. Pero también entiendo en parte la reacción del público porque está viendo por su futuro. Pero no pasa nada, no hay que darle mayor importancia". Esas declaraciones las profirió en frío, porque en caliente, ya se sabe que pidió la roja a Aspas en dicha acción fortuita y se quejó de la afición de su antiguo equipo, por acusarle ¿injustamente? de fingir (principalmente para buscar la roja al ariete celeste), cuando era dado a arañar segundos declinando conformismo al eventual resultado de los partidos.
El celtismo no olvida tal herida del pasado (más que nada por quedarse con la miel en los labios tras un año de trabajo) y este pasado sábado, puede que Roberto tuviera un leve esguince de tobillo, pero es inconcebible que echase todo el partido tirándose al suelo, con el afán de perder tiempo (incluso antes de su percance). Algo parecido a lo que ocurriera en junio de hace 3 años.
Escrito por Hugo Estévez (@HuguinsonEC).
Quizá el origen de tanta aversión se remonta al 8 de junio de 2011 (sentimiento mutuo entre ambas aficiones), ida de la promoción de ascenso a la Primera División en Balaídos entre Celta y Granada, en un partido que tomaría el Celta ventaja en la eliminatoria con el solitario gol de Michu en el minuto 78 de juego. Poco antes del final, en un balón dividido del cancerbero del Granada con Iago Aspas, el moañés le da una fortuita patada al lucense, generándole un hematoma en la cara y dejando en dudosa su participación en la decisiva vuelta 3 días después en tierras nazaríes. Que sí disputó, siendo héroe en los penalties (tras igualar el Granada la eliminatoria en los primeros 90 minutos y quedar la prórroga con marcador invariable), ya que transformó uno de los penalties de su equipo que se atrevió a tirar y deteniendo el decisivo al de aquella central celeste David Catalá.
Algunas de sus perlas/comentarios tras el incidente (del que trataba de restarle importancia) fueron: "No considero que sea una acción de agresión", "Que saque cartulina amarilla o roja es lo de menos, tampoco hay que darle mayor importancia", "Me ha dolido un poco todo. Todo el mundo sabe que siempre fui celtista, a pesar de que en los equipos que estoy siempre me implico al máximo, pero no olvido que en el Celta fueron mis comienzos como futbolista. Pero también entiendo en parte la reacción del público porque está viendo por su futuro. Pero no pasa nada, no hay que darle mayor importancia". Esas declaraciones las profirió en frío, porque en caliente, ya se sabe que pidió la roja a Aspas en dicha acción fortuita y se quejó de la afición de su antiguo equipo, por acusarle ¿injustamente? de fingir (principalmente para buscar la roja al ariete celeste), cuando era dado a arañar segundos declinando conformismo al eventual resultado de los partidos.
El celtismo no olvida tal herida del pasado (más que nada por quedarse con la miel en los labios tras un año de trabajo) y este pasado sábado, puede que Roberto tuviera un leve esguince de tobillo, pero es inconcebible que echase todo el partido tirándose al suelo, con el afán de perder tiempo (incluso antes de su percance). Algo parecido a lo que ocurriera en junio de hace 3 años.
Escrito por Hugo Estévez (@HuguinsonEC).
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