viernes, 17 de octubre de 2014

EL REGRESO DE DON PACO

Paco Herrera (vía moiceleste)

Los designios del azar son caprichosos. Hay relaciones que, por mucho que pase el tiempo, jamás podrán olvidarse y más si han dejado buenos recuerdos en tu memoria.
Así sucede en el mundo del fútbol, dónde muchos entrenadores van y vienen sin dejar huella, pero dónde otros consiguen ganarse el cariño de la afición. Hoy, se celebraba el sorteo para 1/16 de final de la Copa del Rey y, sin duda, ante la ausencia de un posible derby con el Lugo, estaba claro que equipo queríamos que tocase al Celta. El conjunto esperado por todos los celtistas no era otro que Las Palmas, en el que ahora defiende sus colores Paco Herrera. Y así sucedió, los deseos se convirtieron en realidad. Las Palmas y Celta lucharán por un pase a octavos de final en las fechas: 3 diciembre (ida) y 17 diciembre (vuelta). El rival, en caso de pase, el Alcoyano o el Athletic de Bilbao.

En Vigo, sigue guardándose gran recuerdo del míster artífice del ascenso. Pero no sólo logró eso, sino que también consiguió crear un vínculo del equipo con la afición que, por suerte, mantenemos hoy en día.

Paco Herrera llegó al Real Club Celta, procedente del Villarreal B -también tuvo un paso como segundo entrenador de Benítez en el Liverpool-, en la temporada 2010-2011. El club celeste deambulaba por la Segunda División tras “sufrir” a varios técnicos como Pepe Murcia o López Caro. Sin embargo, “paquiño” sabría aprovechar la herencia que le dejó su predecesor, Eusebio Sancristán. Con Eusebio comenzaría el cambio, introduciendo a jóvenes canteranos de la casa, y con Paco Herrera culminaría ese cambió hacia el proyecto de cantera que, en la actualidad, es la piedra angular del Celta.

Joan Tomás y De lucas (vía halacelta)

Pero además, el cambio también se produciría en materia de fichajes. Con Herrera, llegaron futbolistas que dieron un plus de competitividad al equipo como De Lucas o David Rodríguez, lo que mezclado a los talentos de “A Madroa” como Hugo Mallo, Yoel o Aspas, provocarían que el Celta comenzase a luchar seriamente por regresar a la máxima categoría del fútbol español.

Las casi tres temporadas que Paco Herrera estuvo en el Celta pueden calificarse de notable. Durante la primera -a su vez, primera temporada del nuevo sistema de playoff-, el equipo pegó un salto de calidad que le permitió estar en las primeras posiciones toda la temporada. Sin embargo, en las últimas fechas del campeonato los celestes sufrirían un bajón, lo que provocaría que tuvieran que conformarse con ser sextos y disputar el playoff de ascenso. Lo que pasó en Granada es de sobra conocido por todos.

La segunda temporada fue la de la confirmación. El varapalo recibido en el playoff de ascenso sirvió para madurar a los futbolistas y para crear una unión con la grada. Una unión que procede del dolor. Con un año más de experiencia de nuestros canteranos y con fichajes que por un lado dieron más experiencia al equipo como Mario Bermejo y por otro dieron otro salto de calidad como Orellana en el ataque o Oier en la defensa, el Celta se mantendría en la zona alta de la clasificación durante toda la temporada y en las últimas jornadas de Liga viviría un duelo de infarto con el Real Valladolid que finalmente, gracias al Joan Tomasazo y al Manuchazo, decaería del lado celeste. Esa temporada, se volvería a reeditar el clásico gallego y ambos conjuntos ascenderían de la mano en la última jornada. El Celta, lo lograría gracias a un clarísimo “que se besen” frente al Córdoba en un partido sin historia y dónde únicamente se esperaba el pitido final para celebrar el ansiado ascenso tras 5 años en las catacumbas.

Los jugadores del Celta manteando a Paco Herrera el día del ascenso

Lo habíamos logrado. Eso que tanto había costado, un ascenso tras haber tenido que tragar mucha “mierda” en el infierno. Y, sin duda, el artífice no era otro que Paco Herrera.

Sin embargo, todo el éxito que había cosechado con el Celta en Segunda División no podría trasladarlo a la élite del fútbol en España. El Celta jugaba bien, poseía un estilo atractivo de toque de balón y recibía múltiples halagos desde medios nacionales. Pero las victorias no llegaban y el equipo, poco a poco, iba cayendo a posiciones rojas de la tabla. A todo esto, hay que añadirle un mercado invernal “movidito” dónde hubo cruce de declaraciones de Paco Herrera hacia varios futbolistas del plantel, en concreto hacia Iago Aspas y Roberto Lago. Y no le faltaba razón, Aspas vivía en una nube de la que Herrera quería bajarlo.

De esta manera, el cruce de declaraciones entre entrenador y futbolista llevó a que los jugadores le acabaran haciendo la cama y propiciasen su destitución. El culmen llegaría en el partido contra el Getafe, dónde tras perder 3-1 y sin vislumbrar un cambio positivo ante la deriva del equipo, la directiva celeste optaba por un cambio de entrenador.

Al final, en el mundo del fútbol, solo importan los resultados y ese fue el “enemigo” principal de Herrera en Primera. Paco Herrera se iría entre lágrimas y casi por la puerta atrás del club, pero sobre todo se llevaría la gratitud de una afición que lo adora. Llegaría un nuevo técnico, Abel Resino, y los medios nacionales inventarían mil y una historias falsas sobre los motivos de porque no estaba acompañado de Salva Ballesta. Pero desde su marcha, Paco Herrera no era Paco Herrera, era Don Paco.

Gracias Paco por tu entrega diaria, por pulir a las promesas celestes que hoy llevan el escudo del Celta por medio mundo. Y, sobre todo, GRACIAS POR DEVOLVERNOS AL LUGAR QUE NOS MERECEMOS. En diciembre (partido de vuelta de la Copa), volverás a la que fue tu casa y te recibiremos con los brazos abiertos. GRACIAS DON PACO!


Escrito por @mundo_celeste

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