Rafinha con el premio al
jugador revelación de la pasada temporada (vía FDV)
En la noche de ayer, lunes, en el
Auditorio Príncipe Felipe de Madrid se celebraron los premios de la
Liga de Fútbol Profesional 2013-2014.
Dejando a un lado la justicia o
injusticia en el reparto de trofeos, nos centraremos en el premio
al jugador revelación de la pasada campaña en Primera
División. Para otorgar dicho premio, se ha llevado a cabo un
proceso de selección por parte de los entrenadores de la Liga BBVA
en base a cuatro criterios clave: jugador menor de 24 años (nacido
posteriormente al 1 de enero de 1989) que no haya sido alineado con
la selección absoluta de su país y que, en la temporada de debut en
la máxima categoría, disputa más de 10 partidos. Asimismo,
lógicamente no se ha podido votar a un miembro del mismo club.
A partir de esta base, la criba de
candidatos se redujo a tres futbolistas: Saúl Ñíguez,
ex-centrocampista del Rayo, actual jugador del Atlético de Madrid y
cuyo nombre sonó con mucha fuerza en verano para recalar como cedido
en el Celta; Jesé Rodríguez, canterano del Real Madrid y
actualmente en proceso de recuperación de una grave lesión de
ligamento; y Rafael Alcántara “Rafinha”, ex-jugador celeste y
hoy en día en las filas del Barcelona.
Precisamente fue este último,
Rafinha, el galardonado con el premio al futbolista revelación. Tras
recoger el trofeo, tuvo palabras de agradecimiento para su entorno y,
como no, para el club que, de pequeño, le veía corretear con su
hermano Thiago mientras jugaba su padre Mazinho, y dónde, hace unos
meses, cumplía el sueño de jugar en la máxima categoría del
fútbol español. El hispano-brasileño señaló:
"agradezco
al Celta y a mis excompañeros por ayudarme tanto. También quiero
dar las gracias a mi familia y a mi hermano Thiago Alcántara, que
seguro que sale de esta más fuerte".
Rafael
Alcántara do Nascimiento nació en Brasil, Sao Paulo, el 12 de
febrero de 1993. De pequeño veía al EuroCelta de la mano de su
padre, mientras que él y su hermano despuntaban en el Ureca de
Nigrán. Además, disputó algún partido con el conjunto celeste en
torneos de fútbol base.
Sin
embargo, las malas relaciones que Mazinho tuvo con el club en su salida, provocaron que se llevara a sus dos perlas de
hijos-futbolistas al Fútbol Club Barcelona y no pudieran quedarse
creciendo en “A Madroa”. De esta manera, desde los 13 años
Rafinha mamó “ADN barsa” y poco a poco fue escalando en las
categorías inferiores hasta ser una pieza clave del filial
blaugrana.
Pero
el pasado año no tenía sitio en el equipo del “Tata” Martino y
se le buscaba una cesión con la que poder disfrutar de unos minutos
que no iba a tener en Can Barsa. En este punto, entraron en juego los
sentimientos del corazón y el celtismo heredado de su padre. El
jugador brasileño tenía ofertas de equipos mucho más pujantes que
el Celta, como la Real Sociedad o equipos ingleses. Sin embargo, es
en el Celta dónde vio triunfar a su padre y es en Vigo dónde tiene
a parte de su familia -madre y hermana-, lo que facilitó sin duda la
toma de decisiones.
El
regreso del hijo pródigo estaba cantado en el verano pasado, si bien
se retrasó a costa de firmar un nuevo contrato con el Barcelona con
el fin de evitar un nuevo caso “Thiago”. Una vez firmado, pudo
regresar a la que, durante unos años, fue su casa. El recibimiento,
como cabía esperar, fue multitudinario con más de 4000 personas
coreando su nombre en las gradas de Balaídos el día de su
presentación.
Rafinha,
el día de su presentación en Balaídos.
Pero
aunque era esperada su vuelta, tardó en acogerse a la Primera
División. Además, también lo lastraría una lesión que no le
permitiría arrancar al 100% el campeonato de Liga. Tampoco “Lucho”
le encontraba sitio en el equipo titular. En su partido de debut con
el Celta frente al Espanyol, dejó destellos de su calidad y buscó
impresionar a una grada que estaba deseosa de ver los genes del crack
Mazinho. Si bien, la inoportuna lesión y su falta de rodaje provocó
que no fuera hasta el partido con la Real Sociedad, en la Jornada 14,
dónde comenzara a destapar el tarro de las esencias y dónde dejara
constancia de una nueva sociedad con Charles que prometía alegrías
a la parroquia celeste.
Desde
entonces, se hizo amo y señor del juego celeste, disputando 32
partidos -27 como titular- y anotando 4 goles. Su gran tren inferior
le permitía realizar rápidos cambios de velocidad, ante el cuál
los rivales sólo podían pararlo a patadas. En los últimos compases
de temporada, Rafinha sufriría una lesión en el pie que le llevaría
a infiltrarse para ayudar al Celta a alcanzar el objetivo de la
permanencia. Una vez logrado, disputaría su último partido con la
casaca olívica frente al Real Madrid.
Se
ha marchado de Vigo dejando un gran recuerdo para la afición céltica
y sobre todo incrementando la dosis de celtismo que ya de por sí
tenía su corazón. Para muestra, los continuos recuerdos al conjunto
celeste como la foto con la camiseta el día del derby. Su actuación
ha sido clave para que los gallegos mantuvieran holgadamente la
categoría y fruto de dicha actuación obtendría reconocimiento a nivel europeo al
encontrarse entre los 100 mejores.
En
definitiva, justo premio para un futbolista de talento, que orientó
al Celta en la lucha por cotas mayores que el objetivo inicial,
desplegando un gran juego de la mano de un Luis Enrique que no
dudaría en llevarselo al Barcelona, dónde en la actualidad apenas
dispone de oportunidades.
Quién
sabe si volveremos a ver al pequeño de los Alcantara vestido de
celeste, por el momento tendremos que conformarnos con disfrutar de
su puro celtismo.
Escrito
por Diego Bermúdez de @mundo_celeste
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