martes, 28 de octubre de 2014

LA REVELACIÓN DE LA LIGA

Rafinha con el premio al jugador revelación de la pasada temporada (vía FDV)

En la noche de ayer, lunes, en el Auditorio Príncipe Felipe de Madrid se celebraron los premios de la Liga de Fútbol Profesional 2013-2014.

Dejando a un lado la justicia o injusticia en el reparto de trofeos, nos centraremos en el premio al jugador revelación de la pasada campaña en Primera División. Para otorgar dicho premio, se ha llevado a cabo un proceso de selección por parte de los entrenadores de la Liga BBVA en base a cuatro criterios clave: jugador menor de 24 años (nacido posteriormente al 1 de enero de 1989) que no haya sido alineado con la selección absoluta de su país y que, en la temporada de debut en la máxima categoría, disputa más de 10 partidos. Asimismo, lógicamente no se ha podido votar a un miembro del mismo club.
A partir de esta base, la criba de candidatos se redujo a tres futbolistas: Saúl Ñíguez, ex-centrocampista del Rayo, actual jugador del Atlético de Madrid y cuyo nombre sonó con mucha fuerza en verano para recalar como cedido en el Celta; Jesé Rodríguez, canterano del Real Madrid y actualmente en proceso de recuperación de una grave lesión de ligamento; y Rafael Alcántara “Rafinha”, ex-jugador celeste y hoy en día en las filas del Barcelona.

Precisamente fue este último, Rafinha, el galardonado con el premio al futbolista revelación. Tras recoger el trofeo, tuvo palabras de agradecimiento para su entorno y, como no, para el club que, de pequeño, le veía corretear con su hermano Thiago mientras jugaba su padre Mazinho, y dónde, hace unos meses, cumplía el sueño de jugar en la máxima categoría del fútbol español. El hispano-brasileño señaló: "agradezco al Celta y a mis excompañeros por ayudarme tanto. También quiero dar las gracias a mi familia y a mi hermano Thiago Alcántara, que seguro que sale de esta más fuerte".

Rafael Alcántara do Nascimiento nació en Brasil, Sao Paulo, el 12 de febrero de 1993. De pequeño veía al EuroCelta de la mano de su padre, mientras que él y su hermano despuntaban en el Ureca de Nigrán. Además, disputó algún partido con el conjunto celeste en torneos de fútbol base.


Sin embargo, las malas relaciones que Mazinho tuvo con el club en su salida, provocaron que se llevara a sus dos perlas de hijos-futbolistas al Fútbol Club Barcelona y no pudieran quedarse creciendo en “A Madroa”. De esta manera, desde los 13 años Rafinha mamó “ADN barsa” y poco a poco fue escalando en las categorías inferiores hasta ser una pieza clave del filial blaugrana.

Pero el pasado año no tenía sitio en el equipo del “Tata” Martino y se le buscaba una cesión con la que poder disfrutar de unos minutos que no iba a tener en Can Barsa. En este punto, entraron en juego los sentimientos del corazón y el celtismo heredado de su padre. El jugador brasileño tenía ofertas de equipos mucho más pujantes que el Celta, como la Real Sociedad o equipos ingleses. Sin embargo, es en el Celta dónde vio triunfar a su padre y es en Vigo dónde tiene a parte de su familia -madre y hermana-, lo que facilitó sin duda la toma de decisiones.

El regreso del hijo pródigo estaba cantado en el verano pasado, si bien se retrasó a costa de firmar un nuevo contrato con el Barcelona con el fin de evitar un nuevo caso “Thiago”. Una vez firmado, pudo regresar a la que, durante unos años, fue su casa. El recibimiento, como cabía esperar, fue multitudinario con más de 4000 personas coreando su nombre en las gradas de Balaídos el día de su presentación.

Rafinha, el día de su presentación en Balaídos.

Pero aunque era esperada su vuelta, tardó en acogerse a la Primera División. Además, también lo lastraría una lesión que no le permitiría arrancar al 100% el campeonato de Liga. Tampoco “Lucho” le encontraba sitio en el equipo titular. En su partido de debut con el Celta frente al Espanyol, dejó destellos de su calidad y buscó impresionar a una grada que estaba deseosa de ver los genes del crack Mazinho. Si bien, la inoportuna lesión y su falta de rodaje provocó que no fuera hasta el partido con la Real Sociedad, en la Jornada 14, dónde comenzara a destapar el tarro de las esencias y dónde dejara constancia de una nueva sociedad con Charles que prometía alegrías a la parroquia celeste.

Desde entonces, se hizo amo y señor del juego celeste, disputando 32 partidos -27 como titular- y anotando 4 goles. Su gran tren inferior le permitía realizar rápidos cambios de velocidad, ante el cuál los rivales sólo podían pararlo a patadas. En los últimos compases de temporada, Rafinha sufriría una lesión en el pie que le llevaría a infiltrarse para ayudar al Celta a alcanzar el objetivo de la permanencia. Una vez logrado, disputaría su último partido con la casaca olívica frente al Real Madrid.

Se ha marchado de Vigo dejando un gran recuerdo para la afición céltica y sobre todo incrementando la dosis de celtismo que ya de por sí tenía su corazón. Para muestra, los continuos recuerdos al conjunto celeste como la foto con la camiseta el día del derby. Su actuación ha sido clave para que los gallegos mantuvieran holgadamente la categoría y fruto de dicha actuación obtendría reconocimiento a nivel europeo al encontrarse entre los 100 mejores.

En definitiva, justo premio para un futbolista de talento, que orientó al Celta en la lucha por cotas mayores que el objetivo inicial, desplegando un gran juego de la mano de un Luis Enrique que no dudaría en llevarselo al Barcelona, dónde en la actualidad apenas dispone de oportunidades.

Quién sabe si volveremos a ver al pequeño de los Alcantara vestido de celeste, por el momento tendremos que conformarnos con disfrutar de su puro celtismo.

Escrito por Diego Bermúdez de @mundo_celeste

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